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Bajo el agua rumorosa
temblorosa
mariposa
de cristal
en la angustia palpitante de su vuelo,
ha quedado preso el cielo:
terciopelo
y azahar.
Sobre el suelo,
festoneando el arroyuelo,
alzan ya las margaritas su albo velo
tul nupcial
y las novias campesinas
bajarán de las colinas
a beber al manantial.
Vibra en la flauta del viento
el lamento
blando y lento
del juncal
y en la quietud del sendero
la monótona canción del carretero
es reguero
de metal.
Prisionero
de un fantástico velero
dirigido por un mágico barquero
sideral,
ha volcado el sol poniente
su oro gastado y doliente
sobre el temblor del trigal.
Vuelve en suave ritornelo
la canción del totoral.
Terciopelo
luz, cristal.
Porque tiene preso al cielo,
el alma del arroyuelo
va soñando eternidad.
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