|                 | Ven, dulce amigo, florece el alicanto
 y bajo el agua temblorosa ruedan
 muertas estrellas y perdidos cantos.
 ¿Quién detiene en el viento tu voz pura?
 ¿Quién acecha tu paso?
 
 Las campánulas juegan con el trébol
 y un céfiro de dicha discurre por el prado.
 Son altos los magnolios y embriagantes.
 Blanca su flor,
 como mi sueño, blanco.
 
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