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La
pasión según San Juan
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CARTA
DE LOS POETAS
Carlos René Correa y María Silva Ossa
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Santiago,
20 de Abril de 1973
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Muy apreciados Eliana Navarro y José Miguel Vicuña
Les enviamos estas palabras, queridos poetas y compadres, con una
profunda emoción y gratitud. Hemos estado esta tarde reviviendo
con ustedes la Pasión de Cristo Nuestro Señor, en el
Santuario del Carmen de Maipú.
En verdad que esos momentos fueron esenciales en nuestra vida de poetas
cristianos.
La vigorosa, honda y emotiva poesía de Eliana en ese “Evangelio
de San Juan”, testigo del Gólgota; las voces corales,
los personajes en escena, ¡qué maravilla de auténtico
cristianismo entregado a millares de personas por una familia de poetas!
Créannos que ustedes nos han hecho un bien inmenso y no sólo
a nosotros sino que a toda una muchedumbre que, espectante y conmovida,
presenciaba el desarrollo del drama.
Pero en todo esto hay algo más trascendente: Eliana. José
Miguel y sus hijos han dado testimonio de Cristo, de su vida, de su
muerte, de su Resurrección, ¿Qué decir de esas
voces del gran poema « Cacería »! Besamos, de rodillas,
a ese « Ciervo herido », cuya verdad nos « Incendia
como un fuego ».
Se nos ocurría estar hoy con Giovanni Papini, Paul Claudel,
Thomas Merton, al presenciar « La Pasión según
San Juan ». Eliana, tan silenciosa e introspectiva, bien merece
desde ahora ser llamada la mujer del Evangelio en la Poesía
Chilena.
La vida en nuestro país nos depara momentos tan críticos,
dispares y contradictorios. Ustedes como poetas y artistas han dado
testimonio magnífico de un Evangelio que dura y pervive. Encontraremos
al Maestro en el camino de Emaús, en la fracción del
Pan!
Eliana, José Miguel y vuestros hijos, los abrazamos en este
Viernes Santo que ustedes han rememorado con la misma unción
que se vivía, acaso, en las primitivas catacumbas de nuestro
Cristianismo. Gracias por esa luz de poesía cristiana, por
la belleza del canto y la oración que en este Viernes Santo
ha nacido a los pies de nuestro Divino « Ciervo herido ».
Reciban el fraternal afecto de
Carlos René Correa y María Silva Ossa
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