La ciudad que fue

VIAJEROS EN LA NOCHE

Resuena sólo el viento.
Resuena sólo el canto del silencio,
con ese ruido sordo de caracol marino
que tiene algo de frío, de misterio.

Aquí, hace mucho tiempo,
una noche estuvimos,
una noche en que ardían lámparas vacilantes
y nos rodeaban máscaras,
pálidas vestes, túnicas marchitas.

Hablábamos de cosas sin sentido
y envueltos en la música reíamos,
con una risa larga semejante al sollozo.

Sabíamos que afuera
la luna navegaba en un aire nupcial
y la fronda tejía sobre el suelo
arabescos movibles, vagos perfiles de la noche.
Pero nada era nuestro.
Desprendidos del mundo, inmóviles viajeros
hacia un extraño reino desolado,
huyendo, huyendo de nosotros mismos,
las manos prisioneras, caminábamos.


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